Por: Marina PovoloJefe de Medio Ambiente Smurfit Kappa

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clado. Si no logramos que esos materiales sean ingresados al circuito de recuperación, inevitablemente finalizarán depositados en basurales o, en el mejor de los casos, en rellenos sanitarios, clausurándose en ese instante la posibilidad de que puedan volver al circuito productivo.Esto parece muy evidente. Sin embargo, es frecuente observar que, en la búsqueda de la utilización de materiales de menor impacto ambiental, se opta, por ejemplo, por los que podrían ser reciclados aunque sin considerar si se dispone en la zona de los factores necesarios para que ello pueda ser llevado a cabo.

El hecho de que no exista o no se haya generado el circuito para su reutilización dará como resultado, inevitablemente, que esos materiales terminen en el mismo lugar que aquellos a los que reemplazaron, es decir, sin que se logre el beneficio que se perseguía. Y si uno se aleja del Gran Buenos Aires y algunas pocas grandes ciudades, el panorama es bastante más complicado.

Los motivos de esto pueden deberse a la falta o escasez de cada uno (o varios) de los eslabones de la cadena que permite la revalorización de un material:
Separación inicial por parte del generador, un circuito de recolección diferenciada adecuado, recicladores de dicho material, valorización insuficiente del residuo de forma que no se justifica económicamente su recupero, etc.

Así, es sumamente importante para el éxito de un programa de reemplazo de materiales el trabajo conjunto con los actores de esta cadena, ya sean públicos o privados, de modo asegurar realmente que se disminuya, por medio del reciclaje, el indeseable y harto peligroso impacto ambiental.

De todas formas, nunca debemos olvidar que el mejor residuo es el que no se genera. Y hacía allí deberíamos enfocar nuestros principales esfuerzos.