Por Rector Dr. Daniel Coria

El pasado 25 de enero, se produjo la rotura de un dique de contención de desechos mineros de la mina Arroyo del Frijol (Córrego do Feijao), que forma parte del Complejo Paraopeba.

La mina es propiedad de la empresa Vale, la mayor productora mundial de hierro y níquel, una empresa que, hasta el momento de la catástrofe, contaba con un valor de mercado cercano a los 70.000 millones de dólares, el equivalente a la capitalización del Banco Santander. El siniestro ocurrió en inmediaciones de la localidad de Brumadinho, Estado de Minas Gerais (Brasil), a 60 km. de la capital Belo Horizonte, y provocó el derrame de residuos mineros mezclados con lodo al río Paraopeba, sobre el que estaba construida la represa. Brumadinho quedó prácticamente sepultada en el lodo, al igual que el propio complejo de Vale (sobre todo su parte administrativa). El derrame de lodo tóxico produjo la muerte de poco más de ciento cincuenta personas y dejó un saldo de unos ciento cincuenta desparecidos. Al avanzar por el río, además, las riadas afectaron el suministro de agua potable de una comunidad indígena formada por casi treinta familias que vive a las orillas del Paraopeba, a unos 20 km de Brumadinho, y cuyo cacique, de acuerdo con fuentes periodísticas, sostuvo que el río llegaba sucio y había peces muertos. En un primer momento, también, el colapso de la represa causó daños en la comunidad de Vila Ferteco. Los residuos podrían llegar aguas abajo, poniendo en riesgo el abastecimiento de miles de familias en más de casi cincuenta municipios ubicados en los alrededores de la cuenca del río Paraopeba, uno de los principales afluentes del río San Francisco.

Tres años atrás, en noviembre de 2015, un hecho similar provocó la muerte de una veintena de personas en las localidades de Bento Rodrigues y Mariana, también en el estado de Minas Gerais. La catástrofe ambiental fue provocada también por la rotura de un dique, en esa ocasión de la minera Samarco, controlada por la Vale, que hasta los años 90 fue una empresa estatal y en ese momento fue privatizada, y BHP Billiton, de capitales ingleses y australianos. En ese momento, 7 millones de metros cúbicos de residuos minerales como níquel, hierro y sílice se mezclaron con 55 millones de metros cúbicos de agua, que a través del río Doce alcanzaron el océano Atlántico. El cauce del río contaminado por los desechos mineros abarca más de doscientos municipios y para los especialistas es casi imposible devolver al río su estado anterior al derrame o, al menos, los residuos permanecerán en el río por 100 años. En esa ocasión, más de un cuarto de millón de personas se quedaron sin agua potable y miles de animales murieron. Sin embargo, hasta ahora, de acuerdo con la ONG Movimiento de Afectados (o Damnificados) por Represas (MAB en portugués), no hay cifras seguras de desaparecidos, no se reconstruyeron las casas destruidas en Mariana, no hay estudios acerca de los impactos sobre la salud del lodo tóxico derramado, el poder judicial todavía no responsabilizó a ningún directivo de las empresas involucradas ni aseguró la reparación a las familias damnificadas.

Catástrofe ecológica: Derrame minero en Brasil

También el mencionado Movimiento denunció que desde la catástrofe de Mariana hay denuncias por el riesgo de rotura de represas del Complejo Paraopeba, pero a pesar de ellas en diciembre de 2018 el Consejo Estadual de Política Ambiental de Minas Gerais aprobó la ampliación de la Mina Arroyo del Frijol, donde ocurrió el desastre. Construida en 1976, la represa que colapsó tenía capacidad para almacenar cerca de 13 millones de metros cúbicos de residuos ferrosos y agua. Vale anunció la semana pasada que cerrará todas las represas construidas con el mismo método que la de Brumadinho, es decir, a partir de los propios residuos y de la tierra de la zona.

Los videos e imágenes difundidos en periódicos y redes sociales son verdaderamente aterradores. Una impresionante avalancha de lodo con desechos tóxicos arrasa todo a su paso, y donde había vegetación y vivía una comunidad entera sólo se ve una corriente marrón y los restos de las casas arrasadas por ella. Una zona absolutamente devastada.
Sin embargo, todavía, a casi un mes, no se conocen las causas de la rotura del dique. En una nota dada a Infobae el 9 de febrero, la Dra. Diana Mutti, profesora del área de Geología Minera de la Universidad de Buenos Aires, sostuvo que “en minería, los accidentes no existen, existen los malos manejos o gestiones que, si no son prevenidos, desembocan en situaciones de impacto ambiental y social.” De acuerdo con esta especialista, “por cada tonelada de hierro extraído, quedan aproximadamente 250 kg de mineral, y los 750 kg restantes van a almacenarse a estas represas, construidas con diversos sistemas, algunos de los cuales, permiten percolar agua para que recircule y sea reutilizada en el proceso productivo. En este caso, la represa ya no estaba en uso porque pertenecía a un sector agotado, y su función actual era permitir la eliminación de los metales pesados y la recirculación del agua.” De acuerdo con diferentes fuentes periodísticas, Vale fue multada por el gobierno federal en poco más de 65 millones de dólares y la justicia del estado de Minas Gerais bloqueó cuentas de la empresa por unos 1300 millones de dólares para resarcir a los damnificados.
Además, la policía brasileña detuvo a ocho trabajadores de la empresa. Entre los detenidos, directamente involucrados en la seguridad y estabilidad del depósito de residuos minerales, aparecen cuatro gerentes y cuatro técnicos, sospechosos de responsabilidad penal por la rotura de la represa, que estarán en prisión durante 30 días para ser escuchados por la Fiscalía. Además de por homicidio calificado, responderán por delitos ambientales y falsedad ideológica. Según el sitio web de Vale, los residuos se componen principalmente de arena, que no es tóxica; pero en realidad, se desconoce la cantidad de metales pesados que puede contener el lodo, que en algunas zonas alcanzó los 8 metros de altura.


Catástrofe ecológica: Derrame minero en Brasil

Una de las cuestiones más significativas de este asunto es que a casi un mes del desastre las noticias periodísticas son relativamente escasas y no se encuentran disponibles para su consulta artículos de análisis realizados por especialistas en geología e ingeniería ambiental.

Desde un punto de vista estrictamente ambiental, lo que está en discusión son las tareas extractivas de minerales con sistemas que generan una gran cantidad de residuos debido a que los dispositivos de retención de estos residuos no se construyen adecuadamente, o bien no se mantienen adecuadamente, sobre todo para reducir costos. Es claro que emprendimientos de este tipo deben contar con estudios de impacto ambiental en los cuales se refleje la probabilidad de ocurrencia de fenómenos de desbordes o rotura de los diques, se analicen las consecuencias que esto traería aguas abajo de su ubicación, y se prevean las tareas de mitigación. Evidentemente, el desastre ocurrido en Brumadihno es atribuible al error humano, con el agravante de que este tipo de sucesos se reitera en el tiempo. Las autoridades locales deben vigilar permanentemente la construcción, el funcionamiento y el mantenimiento de estos complejos mineros para evitar las consecuencias negativas de sus desperfectos para la población y el ambiente.