Por Lic. Claudio Belloso
La Gestión de Olores consiste en determinar primeramente cuales son las fuentes causantes de la mayor parte de los olores producidos. De esta manera, se pueden descubrir partes de la instalación que no están funcionando correctamente y actuar sobre el proceso para disminuir y limitar las emisiones.

Existen diversas actividades productivas y de servicios que emiten sustancias olorosas y generan molestias en el entorno, las cuales afectan a parte de la población en forma permanente y van en desmedro de la calidad de vida de las personas. La falta de un marco regulatorio adecuado hace complejo abordar estos conflictos, los que al agudizarse, pueden afectar el desarrollo de las actividades económicas y el bienestar de la ciudadanía. Sabemos que es un tema problemático a la hora de abordarlo, debido principalmente a la subjetividad del asunto, la variabilidad, y las dificultades que se asocian a la medición del olor, ya que no existen indicadores específicos. Las molestias por olores han sido un tema tratado solo tangencialmente dentro de la legislación nacional y provincial, dedicándose la mayor parte de la normativa atmosférica vigente a la regulación del material particulado y los gases emitidos por fuentes móviles e industriales, no siendo adecuadas para regular en forma eficiente los olores. No obstante ello, existen mecanismos para poder resolver el problema de olores, tanto de aquel que lo genera como de aquel que lo padece. La Gestión de Olores consiste en determinar primeramente cuales son las fuentes causantes de la mayor parte de los olores producidos. De esta manera, se pueden descubrir partes de la instalación que no están funcionando correctamente y actuar sobre el proceso para disminuir y limitar las emisiones. Además, a la hora de plantear inversiones para la eliminación de olores, se conocerá́ sobre qué fuente se ha de actuar y cuales son menos relevantes y tienen por tanto, una menor prioridad. Una vez obtenidos los valores de emisión de olor, es necesaria una herramienta que permita obtener cual es el grado de afección en el entorno de esas emisiones. Los modelos de dispersión atmosférica permiten elaborar mapas de concentración de olor, donde se representan las curvas isodoras. Las curvas isodoras marcan aquellos puntos del terreno en el que es esperable encontrar una determinada concentración de olor. La determinación de las medidas correctoras necesarias se realiza a partir de la estimación de las reducciones alcanzables sobre la emisión de olor, mediante técnicas de minimización, en proceso o fin de línea. Teniendo en cuenta estas reducciones, se puede simular el comportamiento de las medidas correctoras sobre la inmisión, determinando las curvas isodoras resultantes. De este modo, se puede observar el efecto de la aplicación de una medida concreta sobre la reducción en el entorno. Como resultado se obtiene la definición de las medidas correctoras necesarias para eliminar las molestias de olor generadas en el entorno.