La cuarentena obligatoria por la pandemia del coronavirus provocó que muchas personas le pongan un freno a su rutina laboral y vuelvan a reflexionar sobre su relación con la familia, el hogar, el cuerpo y el medio ambiente. La posibilidad de estar más horas en casa, y minimizar la concurrencia a supermercados y locales gastronómicos, incentivó la producción de comidas caseras, y por ende, la valorización de los productos que se pueden obtener de la huerta del jardín, el balcón o la terraza.


Este tradicional vínculo con las verduras y frutas de origen hogareño, que los abuelos y bisabuelos tenían incorporado en su cotidianeidad, se convirtió en un pequeño, pero no menos importante, paso en la obtención de una seguridad y soberanía alimenticia.


"La pandemia nos llevó a volver a lo propio, a estar en el hogar, a reconectarnos con nuestro lugar. Eso te hace ver que la cuarentena fue un tiempo valioso para renacer tu cocina y tu jardín"
, señaló Carolina Acosta, licenciada en Gestión Ambiental, en diálogo con Industria Ambiental.
Según manifestó la auditora de Normas ambientales (ISO 14001), "transformar el jardín de decorativo a comestible es un acto cuasi revolucionario dentro de los hogares" y fortalece un circuito ecológico entre la huerta propia y la cocina “que es maravilloso".

“El beneficio de hacerlo en tu casa es que tenés el absoluto control de que el producto es natural, nadie te va a decir que es otra cosa como muchas veces pasa con lo que comprás”, aseguró la docente y agregó: "Vivimos en una cultura que separa el cuerpo de la naturaleza, cuando empezamos a vivir en ecología comenzamos a recuperar esa conexión".

Cosmética natural

En los últimos años, cada vez más personas se preocupan por utilizar productos respetuosos con el medioambiente, los animales y su propio cuerpo. Esta tendencia no solo se centra en el consumo de verduras y frutas orgánicas, sino en la elaboración o compra de cosmética natural.

“La cosmética natural no te contamina el cuerpo ni el agua. Los químicos de productos tradicionales van a tu piel, y cuando te bañás, los restos van por el agua hasta el río. Ahí contaminan o matan las algas microscópicas, que son el primer eslabón de toda la cadena alimentaria”, explicó Carolina.

Se denomina cosmética natural a los productos elaborados con materias primas procedentes de plantas y minerales, los cuales no contienen conservantes artificiales, componentes químicos, perfumes sintéticos, aditivos, ni ningún tipo de tóxico o producto perjudicial para la salud ni el medio ambiente. “Si producís tu pequeño kit de cosmética y cocina natural es lo mejor que podés hacer, es lo que hacían nuestros abuelos y bisabuelos, pero no es volver para atrás sino evolucionar”, aseguró la asesora ambiental.

Compost, el alimento del suelo

El primer paso para lograr que los productos que se cosechan en las huertas urbanas u hogareñas sean de calidad es garantizar la salud del suelo donde crecen las frutas y verduras que se transformarán en el alimento de la casa. Una herramienta esencial para garantizar que una planta cuente con todos los nutrientes para desarrollarse sin inconvenientes es el compost.

“Hay que trabajar el suelo para mejorar el cultivo”, aseguró Acosta, que también brinda servicios de compostaje de residuos orgánicos, y comentó: “Cuando la tierra está seca y se empieza a cortajear, se transforma en un suelo que hay que recuperar aplicando compost”.

Según explicó la licenciada en Gestión Ambiental, el compost mejora la tierra en diferentes aspectos:

  • Retiene el agua del suelo: “Cuando tenés un jardín con compost esa tierra va a mantener la humedad mucho más tiempo porque actúa como una esponja. Esto permite también que los riegos sean más esporádicos”.
  • Genera microbiota (micro organismos del suelo). “En el suelo hay seres vivos, como bacterias, hongos y micro organismo que dan vida a las plantas. Hay que darle de comer con compost”.
  • Sirve de fertilizante.

“Al lograr tu compost, comenzás automáticamente a querer cultivar algún tipo de alimento, eso es parte de la seguridad y soberanía alimentaria”, indicó Carolina, y agregó: “No hay nada más rico que cosechar el fruto de tu propio jardín, llevarlo a la cocina, y comerlo; es el ejemplo de soberanía alimentaria más alto que existe”.

Cómo se hace el compost

“La compostera puede ser armada con subproductos industriales, como la madera. De esta forma, estamos reutilizando la materia prima y haciendo economía circular”, recomendó la especialista y afirmó: “Es una recicladora orgánica que vas a tener en tu casa, oficina o plantas de compostaje”. Además de madera, se pueden usar como contenedor canastos plásticos (no recomendable porque generan olor), arcilla o cajones de verdulería, entre otros subproductos que permitan permeabilidad para que respire el contenido.
Sobre la estructura y funcionamiento de la compostera, Acosta describió: “Tiene una tapa superior (que se levanta) y un espacio para colocar los restos orgánicos. Abajo tiene una rejilla para hacer una zaranda del compost, a los cuatro o cinco meses, y obtener un producto mucho más fino que cae en el cajón inferior”.


¿Qué se puede usar en el compost?

Restos orgánicos vegetales que se producen en el jardín (flores, ramas secas, espinas) o la cocina, antes de la preparación y sin condimentar porque le saca calidad (frutas, verduras, restos de café o té). La cáscara de huevos va molida porque el calcio tarda mucho tiempo en degradarse. También se pueden agregar cartones o papeles sin tinta, madera o bosta de vaca o caballos.


¿Qué no se puede usar?

No se pueden desechar carnes ni materia fecal de animales carnívoros, productos lácteos, grasas y aceites.
“Tenés que armar como una especie de mezcla, entre restos orgánicos (nitrógeno) y el material seco (carbono)”, afirmó la consultora ambiental y añadió: “Hay que revolver cada tres o cuatro días para oxigenar a los microrganismos que viven en el interior”.
En cuanto a la cosecha del preparado, la especialista comentó que a los cuatro o cinco meses, dependiendo de la estación del año, se puede vaciar la compostera y separar “lo grueso de lo fino” (a través de un filtro o de forma manual). El material más delgado se incorpora en la raíz de la planta, el resto vuelve a hacer otra vez el proceso.
“Cuando empezás a compostar no sacás más la basura, vas a armar una pequeña bolsita cada 15 días. De esta forma, aportas al paradigma de basura cero”


Residuos orgánicos en el basurero

Por último, Carolina diferenció el tratamiento que se le da a los residuos orgánicos en un basurero del proceso que se realiza en una reciclaje sustentable en casa: “En el relleno sanitario el orgánico no se composta porque se entierra y no hay aire. Empiezan a aparecer bacterias que trabajan de forma anaeróbica (sin oxígeno) y generan productos que contaminan. Un ejemplo de esto es el gas metano, el cual tiene más poder calorífico que el dióxido de carbono”.
“El compostaje es maravilloso porque es un freno a una cadena de efectos ambientales que se producen si lo envías al relleno sanitario”, afirmó la asesora en compostaje de residuos orgánicos, y concluyó: “Además, lo transformás en un mejorador del suelo altamente nutritivo para tus cultivos”.