Para mantener una dieta balanceada, y obtener todos los nutrientes que necesita una persona, los especialistas recomiendan siempre una alimentación a base de frutas y verduras. Aunque estos alimentos sean sinónimo de salud, es muy difícil encontrar productos de calidad y sin agroquímicos en la verdulería del barrio.

A fines de 2019, la justicia provincial emitió un fallo que obligó al gobierno santafesino y a la Municipalidad de Rosario a realizar controles semanales en frutas y verduras de los comercios y mercados de la ciudad.

El fallo fue emitido por la Jueza Verónica Gotlieb sobre el Recurso de Amparo presentado por el abogado ambientalista, Enrique Augusto Zárate, y la ONG Taller Ecologista, quienes en 2017 habían realizado un estudio independiente donde se encontraron hasta 11 agroquímicos en el 75% de las muestras analizadas. En tanto, ese mismo año, la Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria (Assal) admitió que el 30 por ciento de las frutas y verduras analizadas por la entidad presentaban dosis de agroquímicos más altas de las permitidas y/o presencia de productos no autorizados para ese uso o prohibidos según las normativas del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa).

La decisión judicial incluye la posibilidad de imponer sanciones que pueden recaer sobre los puesteros, ya que en caso de que se detecten agroquímicos y no se pueda informar el origen de los productos, se aplicarán multas que pueden superar los 50 mil pesos.
Esta situación, que alertó a la sociedad sobre el origen y la calidad de los alimentos que se consumen, revalorizó los espacios de agricultura urbana que desde hace casi dos décadas producen frutas y verduras sin agroquímicos a pocos metros de los hogares de los rosarinos.

“El alimento local es muy importante y genera independencia en el tema alimentario. Con la pandemia tomó un rol central, porque la posibilidad de tener alimentos cultivados dentro de la ciudad es muy importante, además de las ventajas nutritivas que tiene un producto recién cosechado”, afirmó Antonio Lattuca, ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en diálogo con Industria Ambiental.
Según explicó el ex Coordinador del Programa del Agricultura Urbana de la Municipalidad de Rosario, las frutas y verduras de los Parques y Jardines Huertas de la ciudad “no tienen venenos” y al ser cultivadas de forma ecológica “tiene mejores condiciones organolépticas (color, olor y sabor)”. “Tienen todos los micronutrientes que debe tener el alimento. En la agricultura industrial, donde se fertiliza con sales minerales, la planta no puede elegir y solo tiene los macronutrientes”, agregó el profesional y continuó: “No solo nos alimentamos de lo que comemos, sino de lo que vemos. La huerta provee también lugares que son lindos, con olores y colores”.
En cuanto a los beneficios en la actividad económica local, el Técnico del Programa Pro-Huerta INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) dijo: “Genera fuentes de ingresos y menos violencia, porque se construyen lazos nuevos en las ferias. La relación que se da entre el que produce y el que consume es muy importante”. Además, el especialista remarcó que las frutas y verduras que vienen de otras provincias o países tienen un gasto en transporte muy grande, que luego se traslada al precio del producto, y genera un impacto ambiental.



Volver a las raíces

“La agricultura ha sido siempre parte de las ciudades, hasta que vino la revolución industrial y se empezó a disgregar todo, a separar”, recordó el Master en Agroecología y Desarrollo Sustentable, y afirmó que la actividad es “parte de la vida, porque da todo: alimentos, plantas medicinales y la fibra para la ropa”.
Respecto a la posibilidad de retorna a la tradición de tener cultivos dentro o en la periferia de las urbes, Lattuca señaló: “En los últimos años hay una revalorización de esto, por eso surgió la agricultura urbana, que sería cultivar dentro de la ciudad y ofrecer lugares que son agradables paisajísticamente”. “Las ciudades se han vuelto más mecánicas y frías, y las huertas nos permiten contactarnos con el ritmo de la naturaleza. También mitiga el cambio climático, tiene muchísimas ventajas”, indicó.
En tanto, Antonio contó que la agricultura en Rosario surgió como “una mezcla de los migrantes del interior del país, que trajeron su cultura campesina, junto con la de nuestros abuelos europeos”.


Los desafíos para el futuro

Como respuesta a la crisis económica del 2001, la Secretaría de Promoción Social de la Municipalidad de Rosario, junto al Centro de Estudios de Producciones Agroecológicas (CEPAR), el Programa de Seguridad Alimentaria Pro-Huerta del INTA y el Ministerio de Desarrollo de la Nación, lanzó el Programa de Agricultura Urbana (PAU), en febrero de 2002.

La propuesta tenía como objetivo la mejora de la calidad de vida de los sectores que se encontraban en condiciones de vulnerabilidad, generando estrategias participativas y solidarias de producción en huertas urbanas grupales, comercialización en ferias (inexistentes en la ciudad hasta ese momento) y consumo de alimentos sanos. En muy poco tiempo, se sumaron a la agricultura urbana miles de familias rosarinas.

El PAU ha vivido distintas etapas desde sus orígenes. Los primeros años, 2002-2004, fueron una etapa de emergencia social, entre 2004 y 2008 se vive una etapa de consolidación del programa, mientras que desde 2009 hasta la actualidad son los años de fortalecimiento.
“Rosario es una ciudad ejemplo, pero a pesar de eso hay mucho para hacer. Hay espacios permanentes de la agricultura urbana, como son los Parques Huertas, corredores verdes de las vías o huertas en hospitales, pero todavía tenemos muchísimo lugares en circunvalación que se podrían utilizar para este fin”, comentó el ex Coordinador del Programa del Agricultura Urbana de la Municipalidad de Rosario, y afirmó que los cultivos saludables en los espacios abiertos de la metrópoli tendrían que “ser una política transversal”.

Por el Programa de Agricultura Urbana, la ciudad fue premiada en 2004 por la ONU por impulsar uno de los 10 mejores programas del mundo de lucha contra la pobreza, integración social y perspectiva de género y en 2010 fue destacada por la FAO como una de las más verdes de América Latina por ser una de las pocas que incorporó plenamente la agricultura en su planificación del uso del suelo.

Respecto a los beneficios de las huertas urbanas durante la pandemia del coronavirus, Lattuca dijo: “A partir del momento de crisis que estamos viviendo, la alimentación va a ser un tema central y con la experiencia que tenemos en Rosario se podría potenciar y avanzar”. “Hay que aprovechar todos los espacios libres que hay en terrazas, balcones, plazas; a pesar de que se ha hecho mucho, creo que todavía podemos seguir profundizando”, agregó.


Huerta en casa

Haciendo un repaso de su trayectoria como especialista en agroecología y desarrollo sustentable, Antonio manifestó: “He pasado por distintos momentos, en la primera etapa fue trabajar con las escuelas y las huertas familiares; después del 2001 surgió la posibilidad de hacer huertas más grandes y ferias para vender; en los últimos años además de hacer huertas para personas que no tenían ingresos empezamos un ciclo de huertas en casas, que tiene una demanda muy grande”, señaló el ingeniero agrónomo de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), y destacó que “hay interés de la gente muy madura y de los jóvenes”.

Tanto la Municipalidad de Rosario y como otras organizaciones sin fines de lucro de la ciudad, vienen realizando en los últimos años, talleres y seminarios para instruir a los ciudadanos sobre el cultivo en espacios acotados. Estas iniciativas apuntan al fortalecimiento de la soberanía alimentaria y la conexión entre las personas y la naturaleza.    
“Se pueden plantar verduras en lugares pequeños, como la terraza o el balcón, hay una técnica sencilla para tener verduras de hoja, aromáticas y medicinales”, indicó.

Parque agrario metropolitano y ley para promover los cinturones verdes

En agosto pasado, la diputada Lucila De Ponti y el edil Eduardo Toniolli ingresaron en el Concejo Municipal de Rosario y en la Legislatura provincial, respectivamente, dos proyectos con el objetivo de crear un parque agrario en la zona sudoeste de Rosario, y en tierras linderas de las localidades de Pérez y Soldini.

Según los legisladores, la propuesta apunta a “la puesta en marcha de un área metropolitana de producción de alimentos sanos, en la que se promuevan las prácticas agroecológicas, y el desarrollo de servicios ambientales, educativos y turísticos para Rosario y la región”.
“Nos encontramos en el centro de una de las zonas más fértiles del país, y no disponemos casi de alimentos producidos en las cercanías para abastecer a la población, eso obliga a grandes traslados, con el consiguiente costo económico, y la generación de más impacto ambiental”, señaló Toniolli, y añadió: “Nos proponemos preservar una de las pocas tierras disponibles en Rosario para la producción de alimentos, que además permiten la infiltración del agua y evitan inundaciones, impulsando la figura de Parque Agrario”.

La creación del parque apunta a “poner en valor la agricultura de proximidad, promover las unidades productivas familiares y de pequeños productores locales, fortalecer la actividad frutihortícola, y promover las prácticas agroecológicas, de modo tal que esas tierras sean gradualmente reconvertidas a ese modo de producción de alimentos”.


Por su parte, el presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia, Miguel Lifschitz, presentó un proyecto de ley para promover los cinturones verdes y regular la actividad agropecuaria en las zonas periurbanas de pueblos y ciudades de la provincia, con el objetivo de intervenir en esos espacios con una perspectiva de desarrollo territorial.

Se trata de la primera iniciativa en el país en este sentido y crea además un fondo específico para la reconversión productiva y el apoyo a emprendimientos relacionados a la producción sustentable de alimentos y la bioeconomía.

“Estamos presentando una propuesta innovadora de regulación y planificación que deja atrás la historia de conflicto entre lo urbano y lo rural, y plantea un modelo de integración y desarrollo territorial equilibrado, con acento en la promoción. Es decir, que busca multiplicar y potenciar a los productores, y no meramente hacer eje en las prohibiciones y el control. Es un modelo superador que apunta a establecer un ciclo virtuoso, promoviendo la producción sustentable de alimentos, los servicios ecosistémicos y la salud socio ambiental”, señaló el ex gobernador.

La presentación de la iniciativa se realizó durante un encuentro virtual, en agosto pasado, con unos 60 referentes de organizaciones sociales y de emprendedores, productores de alimentos de áreas metropolitanas, INTA, referentes de la agricultura familiar, representantes de las universidades nacionales de Rosario y el Litoral, Colegio de Ingenieros Agrónomos, Federación Agraria Argentina, el Foro de la Soberanía Alimentaria, la Bolsa de Comercio de Rosario y empresas productoras de alimentos. También participaron concejales y legisladores provinciales.

Además, el proyecto crea la figura del suelo periurbano. Una interfaz entre lo rural y lo urbano. Es un tipo de suelo dedicado especialmente a la producción de alimentos de cercanía con el objetivo de fortalecer la seguridad y soberanía alimentaria de pueblos y ciudades. A su vez, estos espacios son estratégicos para responder a las nuevas demandas de la sociedad por una ruralidad multifuncional, capaz de desarrollarse en armonía con valores sociales y ambientales.

La identificación del suelo periurbano incluye tanto aspectos cuantitativos como cualitativos para su zonificación, de modo de evitar las incompatibilidades con los usos urbanos y rurales, por un lado, y jerarquizar aspectos históricos, paisajísticos, identitarios y territoriales propios de cada localidad o región. Esto, a su vez, facilita el ordenamiento de las actividades y prácticas productivas factibles de desarrollarse en las adyacencias urbanas.

Otra ventaja de contar con suelo periurbano es que rescata los principios de la salud socio-ambiental y servicios ecosistémicos y promueve los principios de la sostenibilidad en el territorio, conservando el equilibrio del agroecosistema y su biodiversidad.