En una sociedad tan desigual, el deporte se convierte en una herramienta fundamental para la transmisión de valores y la inclusión en los sectores vulnerables. Realizar actividades recreativas, aunque sea una vez por semana, puede cambiar el destino de muchos niños y adolescentes que encuentran en estos espacios contención e identidad.

Siguiendo esta premisa, la asociación civil Los Tigres viene realizando, desde hace años, jornadas semanales para enseñarle a chicos de barrio Santa Lucía y Cabin 9 las reglas y valores del rugby. 

“Es un proyecto que apunta a la inclusión de chicos en situación de vulnerabilidad, utilizando el deporte como herramienta. El objetivo es lograr que los chicos vengan, se interesen, hagan amigos y desarrollen valores”, indicó Laura, integrante de Tigres, en diálogo con Industria Ambiental.

“El inicio de Tigres fue en 2014, la primera sede fue en barrio Santa Lucía, después se sumó Gráfico, Empalme Graneros y ahora Cabín 9”, recordó Agustín, uno de los fundadores de la asociación, y continuó: “Entre los cuatro barrios tenemos 200 chicos, a los que los hacemos jugar y relacionarse en el tercer tiempo”.

El financiamiento de las meriendas que se dan luego de los entrenamientos, los sábados a la mañana, se logra gracias al aporte de los socios (hay cuotas solidarias que van de los 200 a 2 mil pesos por mes), la ayuda del Banco de Alimentos Rosario (BAR) y la autogestión a través de eventos que se realizan en el barrio.

“Siempre decimos que mientras más tiempo los chicos estén en el club es menos tiempo que estén en la calle”, apuntó el entrenador.

Por su parte, Mauro, otro de los profesores de Tigres en Cabin 9, describió cómo es la rutina de trabajo de cada encuentro: “Siempre empezamos la práctica con una entrada en calor todos juntos, elongamos, y hacemos algún juego, cómo el hombre negro o carreras de caballito. Después trabajamos algunas destrezas como el pase, el ruck o el tackle y presentación de pelota. Para terminar hacemos un partidito para que apliquen todo lo que practicamos”.

El deporte en pausa por la pandemia

Según comentó Laura, la pandemia del coronavirus frenó un proceso que venía en crecimiento, sumando niños del barrio en cada práctica de rugby, y provocó un nuevo comienzo en la organización de las jornadas. “Después de la pandemia, perdimos la mayoría de los chicos que venían a practicar. Empezamos otra vez y volvimos a los índices de crecimiento que teníamos”, indicó.

“En el barrio se ve que la pandemia hizo mal. Tenemos algunos chicos que jugaban en clubes y tuvieron que dejar por no poder pagar las cuotas o porque no los podían llevar. En general los chicos siempre vienen con el desayuno tomado, pero siempre alguno se lleva algo del tercer tiempo para alguna hermanita u otro familiar”, comentó Mauro.

Para atraer a más jóvenes a los entrenamientos recreativos de rugby, Tigres desarrolla diferentes estrategias de incentivo: como la entrega de una camiseta oficial de la asociación a los chicos que recluten a tres o más amigos, o el sistema de becas para los adolescentes que demuestren cualidades personales destacables que son “premiados” con la posibilidad de continuar formándose deportivamente en un club de la ciudad.

“El sistema de becas surgió porque veíamos que los nenitos que habían empezado con nosotros crecían y teníamos que ver qué hacer con ellos para que no se perdiera lo que se había logrado. Conseguimos tener un grupo de 40 becados que concurren mayormente al club Los Caranchos, por su proximidad con el barrio Gráfico que es el barrio que tiene más chicos”, señaló Laura y explicó: “Se les paga la cuota del club y se les da una ayuda con la indumentaria y el fichaje”.

“Estamos promoviendo chicos, que tienen ganas de progresar, a clubes formalmente organizados que los contienen con mucho gusto”, manifestó Agustín, y destacó que varios jóvenes se encuentran entrenando en Plaza, GER, Caranchos y Old Resian. “Lo que hacemos es respetar el interés por el juego, y si ellos quieren progresar, generamos las oportunidades para que ellos lo consigan”, agregó.

Por último, Mauro, que fue uno de los impulsores de la instalación de Los Tigres en Cabín 9, habló sobre sus objetivos de la asociación en el barrio: “Queremos que sea un lugar de encuentro donde las familias se sientan parte, los chicos puedan pasar sus infancias felices, con amigos y lindas vivencias que lo acompañen para todas sus vidas, y que les dé la oportunidad de seguir sus carreras deportivas en clubes de la ciudad”.

Un espacio recreativo y educativo para el barrio

Las prácticas de los Tigres se llevan a cabo los sábados, de 10:30 a 13 horas, en el Centro Educativo Cuatro Vientos, una institución perteneciente a ARAS (Asociación Rosarina de Ayuda Solidaria), que tiene como objetivo la formación integral de jóvenes de barrio Godoy, Santa Lucía y Cabín 9.

“ARAS se formó hace más de 20 años, tratando de generar un mejor nivel para la gente de bajos recursos, dándole posibilidades de ingreso laboral”, afirmó Alejandro Vittone, presidente de ARAS, en diálogo con Industria Ambiental. “La idea es dar clases de apoyo y colaborar con los colegios que están en los alrededores de la institución”, añadió el ingeniero mecánico.

En el complejo ubicado en calle El Chajá (camino límite) Nº 8790 se dictan diferentes capacitaciones (computación, inglés, música, electricidad, gasista, albañilería, etc.) y clases de apoyo escolar para los niños de la zona. “El chico que está haciendo acá la tarea o un deporte, no está en la calle. Eso es lo que más valoran los padres”, destacó.

“Esto se construyó por donaciones y colaboraciones de particulares”, comentó el directivo de ARAS y remarcó: “El pavimento para llegar hasta acá se lo pedimos a la Gobernación hace seis años atrás, los días de lluvia los chicos no podían llegar”.

Además de las cenas anuales que la asociación realiza para financiar los diferentes proyectos que se desarrollan en el predio de cuatro hectáreas, el municipio de Rosario destina un subsidio y la Provincia realiza aportes puntuales para favorecer el crecimiento del complejo.

Respecto a la situación social de Cabin 9, el ingeniero comentó: “El barrio ha crecido y mejorado considerablemente, el pavimento y la iluminación ha mejorado los alrededores”. 

Por su parte, Ignacio, coordinador de rugby del Centro Educativo Cuatro Vientos dijo: “A fines del 2018, con un colega que fue ex Pumas (Marcos Baeck), nos acercamos a los Tigres a través de un empresario. Nos gustó mucho como se manejaban y le pedimos ser una sede más en Cabin 9”. 

“Empezamos en 12 y 14 chicos, hoy estamos en 27. A los chicos le cambia la vida venir acá. La idea es vincular a los chicos con un club (Atlético del Rosario) a partir de los 14 años”, indicó el organizador de la actividad deportiva y comentó: “Al principio, el rugby era un tema desconocido para los padres. Después se fueron integrando; se va corriendo la voz y estamos creciendo gracias al boca a boca”. 

Al ser consultado por Industria Ambiental sobre la realidad de los chicos que concurren al complejo, Ignacio expresó: “El barrio es populoso, de gente de trabajo. Notamos muchos valores, que vienen de la familia”.

Un tercer tiempo especial

Con la ayuda de los familiares de los chicos que participan cada sábado de las jornadas organizadas por Tigres, se lleva adelante un tercer tiempo que sirve para reforzar los vínculos entre los jóvenes.

Industria Ambiental estuvo presente en el almuerzo especial que se desarrolló el 7 de agosto en el Centro Educativo Cuatro Vientos para anunciar la primera beca de Tigres Cabin 9. “El primer becado es un chico que estuvo desde el inicio y no faltó nunca. Esa constancia y sentido de pertenencia tiene que ser un norte para los demás”, comentó Laura, a la hora de explicar los motivos por los cuales Luciano fue elegido como el representante del barrio en un club de la ciudad.

Los responsables de la parrilla, Brian y Luis, contaron cómo fue su vinculación con el proyecto y analizaron la realidad del barrio.

“Mi señora llegó al lugar por un contacto y nos gustó la idea para que los chicos no estén en la calle y aprendan un deporte”, señaló Brian Rodríguez, quien lleva a su hijo y dos sobrinos al predio de zona oeste. “El barrio está complicado, es como en todos lados, por los menos los chicos se distraen un poco”, agregó.

Según el joven, los chicos “no ven la hora de que sea sábado para ir a rugby”. “Mi hijo tenía unos problemas en los riñones y necesitaba hacer un poco de deporte, esto le abrió otro rumbo”, celebró.

Por su parte, Luis comentó que todos los fines de semana lleva a dos nietos a practicar y “un hermanito más chico y ya me está pidiendo que lo traiga”.

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