Por Abog.Iván L. Schuszter

 

Cuando alguien te dice, “la próxima vez te lo digo”, o “la semana que viene te confirmo”, son excelentes novedades, quiere decir que realmente existe algo que generó interés, quiere decir que hay una próxima vez, quiere decir que hay que procesar la información.

Si todo fuese tan fácil como hacer, decir y estar donde uno quiere, la vida no seria lo más divertido que nos puede tocar.
Las cosas ideales no son sustentables en el tiempo.

A mi, personalmente, me gustan los desafíos, no piensen por ello que no me gusta sentarme a disfrutar las cosas simples, pero soy un convencido que si uno se sienta a disfrutar de aquello por lo que se ha esforzado y ha sacrificado un poco de energía el final es reconfortante y fácilmente olvidaremos todo lo que nos ha costado, porque estaremos ahí, observando nuestra obra.
Ahora bien, las cruzadas personales siempre requieren de una buena compañía (en este caso me refiero puntualmente a compañía como empresa). Vengo de una reunión, de esas en la que el resultado es tan abierto que el final de la historia no puede ni siquiera especularse.

¿Dos personas totalmente decididas pueden imponerse sobre la distancia? La distancia del responsable corporativo que, desde una oficina confortable, a varios kilómetros del problema, no logra entregar los recursos para llevar adelante una gestión eficiente. No logra entender que un mal ahorro puede significar una gran perdida.

En fin, como les contaba, en una reunión muy productiva desde un punto de vista personal, logré transmitir las ideas claras, fui sencillo pero contundente. La expectativa se generó y el entusiasmo fue contagioso.
Durante los días subsiguientes me quedó un halo de incertidumbre, volví sobre mis palabras, y es cierto, podría haber usado otras, pero no. Ya estaban dichas.

Ahora solo depende de la “buena compañía” acercar posiciones, las circunstancias que rodean a esta empresa también deberían ser favorables, pero en definitiva todo forma parte del desafío.
Me gusta trabajar en algo que no tiene un final cerrado, cada auditoría, cada reunión, es una historia diferente y no saber cómo termina me genera las ganas de seguir adelante hasta conseguir mi objetivo.

Hasta el cierre de esta columna aun no sé nada del corporativo, ni del proceso de la información, ni siquiera si la empresa es buena o mala, pero estoy seguro que todo resultará de la mejor manera. Seguramente el medio ambiente (cercano a esta empresa) también está esperando la definición.