Por Ing. Marina Povolo

TERV

Año 1940. Planta industrial dedicada a la fabricación de papel, se encuentra a 50 km del centro urbano más cercano. Única actividad en la zona.

Año 1960. La misma planta. El entorno ha cambiado. Lentamente, empleados y sus familiares fueron asentándose en cercanías de su lugar de trabajo. Con la llegada de población también proliferan pequeños comercios que suministran bienes y servicios básicos a esta naciente población.

Año 2010. Juan se dispone a descansar luego de un largo día de trabajo. En cuanto apoya la cabeza en la almohada escucha otra vez esos ruidos insoportables de la fábrica de papel que lo enloquecen y no lo dejan dormir. Como todas las veces, llama a la planta para realizar la queja correspondiente. Ya se sabe el número de memoria. Le responden que comunicarán su reclamo a producción. Mañana llamará al abogado que está llevando su denuncia para ver si hubo algún avance en su caso. También a la Municipalidad para volver a hacer la denuncia correspondiente a ellos también. Vuelve a la cama, cuyo respaldar se encuentra exactamente a 7 metros de la máquina de producción principal.

La planta recibe la queja número 54 en lo que va del año. Al día siguiente recibirá una inspección más por denuncia de ruidos molestos que pasa a engrosar el bibliorato en el cual se archivan las actas de inspección por estos temas. Si bien tienen un plan de mejoras para optimizar las operaciones que originan las molestias, no será rápido ni barato. Y en el fondo no deja de parecerles injusto que habiendo estado mucho antes la fábrica que los vecinos ahora les exijan cambios para mitigar cuestiones propias de cualquier actividad industrial y que podrían haberse evitado perfectamente si esa zona no hubiera sido declarada como residencial exactamente del otro lado de la medianera. Pero no quedará otra que avanzar en el mismo. La otra alternativa es mudarse.

Esta escena se repite innumerable cantidad de veces a lo largo y ancho de nuestro país. Un deficiente ordenamiento territorial o incluso su ausencia, finalizan en conflictos perfectamente evitables si se hubiera considerado oportunamente.

Un eficaz ordenamiento territorial permite organizar el uso, aprovechamiento y ocupación del territorio sobre la base de las potencialidades y limitaciones, teniendo en cuenta las necesidades de la población y las posibilidades de cada lugar. Debe ser considerada como una importante herramienta de desarrollo sostenible que, junto con otras políticas generales y sectoriales, contribuye a la dinamización económica del medio y a un desarrollo equitativo, equilibrado y cohesionado. Esto no sólo evitará conflictos previsibles sino que además mejorará la calidad de vida de todos los ciudadanos.

Evidentemente, hasta ahora, ha habido una falencia muy grande por parte de la mayoría de los niveles estatales - provincial, regional y municipal- para establecer directrices apropiadas para lograr un ordenamiento territorial armonioso. En respuesta a estos problemas, y considerando específicamente la actividad industrial, actualmente contamos con parques o zonas industriales a los que muchas empresas han mudado sus operaciones para evitar el tipo de inconvenientes a los que se encuentran expuestos fuera de una zona industrial. Sin embargo, también en numerosos casos no se ha contemplado un ordenamiento apropiado más allá de los límites de estas zonas.

Es complejo y costoso resolver lo que no fue planificado correctamente, pero es mucho lo que puede realizarse de acá en adelante.

Como dice el dicho, siempre es mejor prevenir que curar.